Cerca de donde se escribe este
texto, muy cerca, a pocas leguas de hecho, hay una montaña, un cerro más
bien, completamente estéril, mustio, colmado de antenas y atravesado
por una carretera. Ahora mismo lo estoy viendo, y también parte de la Facultad de Psicología que se encuentra a las faldas del promontorio.
Nada me había dicho nunca esa elevación, conocida popularmente como el
Cerro del Sombrero por la forma que tiene al ser rodeado su cima plana
por la carretera. No ha sido si no hasta hace poco que mis ojos han
empezado a buscar sus anodinos contornos, primero con curiosidad, luego
con fantasía y a día de hoy con absoluto terror. Para mi ya no son las
antenas ni la llamativa fealdad del edificio de la facultad lo que
acompaña la insípida soledad de este cerro. Os diré que desde que llego a
mi conocimiento el nombre con el que era conocido ese paraje, el
Panderete de las Brujas le decían, no cesó en mi la curiosidad de
conocer más del porqué de aquel nombre. La curiosidad...
''—No es hora de largas pláticas, dije el otro: monta á caballo y
marcha al Panderete de las brujas.
—Te confieso que voy con repugnancia á ese lugar maldito.
—Te espera en él la Dama blanca.
—¡Oh! ¡la Dama blanca de la montaña! es verdad. Adios.
—No te olvides, de que á las doce debes estar en la taberna de
San Miguel.
—No lo olvidaré. Adios.''
(Extracto de Los Monfíes de la Alpujarras. Fernández y González, Manuel, 1821-1888).
...la curiosidad que me hizo maravillarme al leer por primera vez este nombre en un libro que por azar estaba ojeando antes de dormir, poco después descubriría que dicho Sombrerete era el cerro que se veía desde mi ventana, mi voluntad había picado el anzuelo, y lo sujetaba con los tenaces dientes de la fantasía.
''—¡El Panderete de las brujas! dijo el jinete con cierto terror
supersticioso.''
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marcha al Panderete de las brujas.
—Te confieso que voy con repugnancia á ese lugar maldito.
—Te espera en él la Dama blanca.
—¡Oh! ¡la Dama blanca de la montaña! es verdad. Adios.
—No te olvides, de que á las doce debes estar en la taberna de
San Miguel.
—No lo olvidaré. Adios.''
(Extracto de Los Monfíes de la Alpujarras. Fernández y González, Manuel, 1821-1888).
...la curiosidad que me hizo maravillarme al leer por primera vez este nombre en un libro que por azar estaba ojeando antes de dormir, poco después descubriría que dicho Sombrerete era el cerro que se veía desde mi ventana, mi voluntad había picado el anzuelo, y lo sujetaba con los tenaces dientes de la fantasía.
''—¡El Panderete de las brujas! dijo el jinete con cierto terror
supersticioso.''
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Cuadro
del pintor granadino Luis Ricardo Falero, (Granada, 1851 - Londres,
1896) P.d: Creemos que no tiene ni calle en Granada, por supuesto
tampoco estatua en el paseo de la Constitución.
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