No me costó mucho convencerla para que saltara, y a los pocos
segundos estábamos deambulando por los jardines del convento de San
Francisco, por primera vez en toda la noche podía ver que mi compañera
estaba realmente sorprendida y se empezaba a dar cuenta de lo
excepcional y arriesgado de nuestra situación. Esto me animaba aun más, y
pese a que sabia perfectamente que no debíamos estar allí y que
probablemente tendríamos problemas si nos encontraban,
decidí que la mejor idea era ir al Generalife.
Tras deambular por los
Jardines Nuevos y estando yo cada vez más nervioso dimos la vuelta hacia
la zona de la Medina, esta parte me era totalmente desconocida puesto
que no la había visitado nunca que había ido a la Alhambra, tras un rato
haciendo el ganso por las ruinas de las casas llegamos a la Puerta de
los Siete Suelos y subimos a la torre, las vistas eran geniales pese a
ser de noche, y una bruma típica del otoño le daba a la situación un
aire aun más fantástico. Aquello era realmente divertido, pero los
ladridos de unos perros que había escuchado hacia poco me hacían sentir
un tanto inquieto, mi amiga en cambio no parecía estarlo, y se mostraba
ahora más osada que yo. Entonces los ladridos se volvieron a escuchar,
esta vez más cerca, asustados bajamos de la torre para escondernos entre
las casas de la medina, que a su vez estaba varios metros más abajo del
camino de cipreses que la atraviesa en dirección al Generalife. Se
había levantado bastante viento y de repente lo que era una situación
guiada por la adrenalina, lo era ahora por el miedo, había algo en el
ambiente que se agitaba, sin saber muy bien cual era el origen de esta
súbita aprensión nos escondimos detrás de un muro de alguna
casa...justamente encima había algo moviéndose, no eran pasos humanos
con total seguridad.
Yo estaba mirando a mi amiga cuando giré la cabeza y
miré al frente: a la Puerta de los Siete Siglos. Hace poco había estado
leyendo los Cuentos de la Alhambra y como una sacudida la historia del
Velludo, el jinete sin cabeza, se me vino a la cabeza, hacía mucho
viento, se escuchaban los ladridos y aún sentíamos el movimiento de ese
algo encima nuestra. Como se suele decir en estos casos los segundos que
pasaron se hicieron una eternidad, esperamos sin saber que hacer hasta
que el viento dejo de soplar con tanta fuerza, como indicándonos que el
peligro había pasado, los ladridos no se escuchaban y la crispación en
el ambiente se diluía. Todo lo rápido y sigilosos que pudimos nos
dirigimos hacia el parador y saltamos el muro. El corazón me latía con
fuerza mientras bajábamos a la ciudad...
''Todo el mundo en Granada ha oído hablar de El Velludo...''
Yo aparte de haber oído hablar de él, lo había sentido.
Weird Tales Granada - Facebook
Foto: Convento de San Francisco, el muro de la derecha era sobre el que se apilaban los sacos de cemento. http://www.alhambra-patronato.es/ria/handle/10514/7528
Yo aparte de haber oído hablar de él, lo había sentido.
Weird Tales Granada - Facebook
Foto: Convento de San Francisco, el muro de la derecha era sobre el que se apilaban los sacos de cemento. http://www.alhambra-patronato.es/ria/handle/10514/7528
No hay comentarios:
Publicar un comentario