viernes, 9 de octubre de 2015

El Caballero Sin Cabeza Granadino II

No me cosmucho convencerla para que saltara, y a los pocos segundos estábamos deambulando por los jardines del convento de San Francisco, por primera vez en toda la noche podía ver que mi compañera estaba realmente sorprendida y se empezaba a dar cuenta de lo excepcional y arriesgado de nuestra situación. Esto me animaba aun más, y pese a que sabia perfectamente que no debíamos estar allí y que probablemente tendríamos problemas si nos encontraban, decidí que la mejor idea era ir al Generalife.

Tras deambular por los Jardines Nuevos y estando yo cada vez más nervioso dimos la vuelta hacia la zona de la Medina, esta parte me era totalmente desconocida puesto que no la había visitado nunca que había ido a la Alhambra, tras un rato haciendo el ganso por las ruinas de las casas llegamos a la Puerta de los Siete Suelos y subimos a la torre, las vistas eran geniales pese a ser de noche, y una bruma típica del otoño le daba a la situación un aire aun más fantástico. Aquello era realmente divertido, pero los ladridos de unos perros que había escuchado hacia poco me hacían sentir un tanto inquieto, mi amiga en cambio no parecía estarlo, y se mostraba ahora más osada que yo. Entonces los ladridos se volvieron a escuchar, esta vez más cerca, asustados bajamos de la torre para escondernos entre las casas de la medina, que a su vez estaba varios metros más abajo del camino de cipreses que la atraviesa en dirección al Generalife. Se había levantado bastante viento y de repente lo que era una situación guiada por la adrenalina, lo era ahora por el miedo, había algo en el ambiente que se agitaba, sin saber muy bien cual era el origen de esta súbita aprensión nos escondimos detrás de un muro de alguna casa...justamente encima había algo moviéndose, no eran pasos humanos con total seguridad. 

Yo estaba mirando a mi amiga cuando giré la cabeza y miré al frente: a la Puerta de los Siete Siglos. Hace poco había estado leyendo los Cuentos de la Alhambra y como una sacudida la historia del Velludo, el jinete sin cabeza, se me vino a la cabeza, hacía mucho viento, se escuchaban los ladridos y aún sentíamos el movimiento de ese algo encima nuestra. Como se suele decir en estos casos los segundos que pasaron se hicieron una eternidad, esperamos sin saber que hacer hasta que el viento dejo de soplar con tanta fuerza, como indicándonos que el peligro había pasado, los ladridos no se escuchaban y la crispación en el ambiente se diluía. Todo lo rápido y sigilosos que pudimos nos dirigimos hacia el parador y saltamos el muro. El corazón me latía con fuerza mientras bajábamos a la ciudad...

''Todo el mundo en Granada ha oído hablar de El Velludo...''

Yo aparte de haber oído hablar de él, lo había sentido.

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Foto: Convento de San Francisco, el muro de la derecha era sobre el que se apilaban los sacos de cemento. http://www.alhambra-patronato.es/ria/handle/10514/7528

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