jueves, 31 de diciembre de 2015

Año Nuevo


En algunas culturas cada fin de año la historia se destruye para empezar de nuevo sin pasado, en otras lo acontecido se guarda y se convierte en recuerdo que se suma a todo lo anterior creando un pasado común, a vosotros corresponde gestionar la memoria de un año que termina.

A todos los que habéis estado con nosotros este 2015, os deseamos un...



martes, 22 de diciembre de 2015

¡Feliz Solsticio de Invierno!

"Artemisa", de George Owen Wynne Apperley, pintor afincado en Granada (1939).

Artemisa, o Diana, es diosa de la luna: hoy es la noche más larga y el día más corto del año.




Un vago temblor de estrellas

Cancion otoñal.
Federico García Lorca

¿Si la muerte es la muerte,
qué será de los poetas
y de las cosas dormidas
que ya nadie las recuerda?
¡Oh sol de las esperanzas!
¡Agua clara! ¡Luna nueva!
¡Corazones de los niños!
¡Almas rudas de las piedras!
Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas
y todas las rosas son
tan blancas como mi pena.


Fotos: Secuoya en el Generalife

El Golem de Borges

¡No nos hemos olvidado del Golem granadino!
Pero antes es necesario esto:

EL GOLEM

Jorge Luis Borges

Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de 'rosa' está la rosa
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.

Y, hecho de consonantes y vocales,
habrá un terrible Nombre, que la esencia
cifre de Dios y que la Omnipotencia
guarde en letras y sílabas cabales.

Adán y las estrellas lo supieron
en el Jardín. La herrumbre del pecado
(dicen los cabalistas) lo ha borrado
y las generaciones lo perdieron.

Los artificios y el candor del hombre
no tienen fin. Sabemos que hubo un día
en que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
en las vigilias de la judería.

No a la manera de otras que una vaga
sombra insinúan en la vaga historia,
aún está verde y viva la memoria
de Judá León, que era rabino en Praga.

Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dio a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
y al fin pronunció el Nombre que es la Clave,

la Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
de las Letras, del Tiempo y del Espacio.

El simulacro alzó los soñolientos
párpados y vio formas y colores
que no entendió, perdidos en rumores
y ensayó temerosos movimientos.

Gradualmente se vio (como nosotros)
aprisionado en esta red sonora
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.

(El cabalista que ofició de numen
a la vasta criatura apodó Golem;
estas verdades las refiere Scholem
en un docto lugar de su volumen.)

El rabí le explicaba el universo
"esto es mi pie; esto el tuyo, esto la soga."
y logró, al cabo de años, que el perverso
barriera bien o mal la sinagoga.

Tal vez hubo un error en la grafía
o en la articulación del Sacro Nombre;
a pesar de tan alta hechicería,
no aprendió a hablar el aprendiz de hombre.

Sus ojos, menos de hombre que de perro
y harto menos de perro que de cosa,
seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.

Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
ya que a su paso el gato del rabino
se escondía. (Ese gato no está en Scholem
pero, a través del tiempo, lo adivino.)

Elevando a su Dios manos filiales,
las devociones de su Dios copiaba
o, estúpido y sonriente, se ahuecaba
en cóncavas zalemas orientales.

El rabí lo miraba con ternura
y con algún horror. '¿Cómo' (se dijo)
'pude engendrar este penoso hijo
y la inacción dejé, que es la cordura?'

'¿Por qué di en agregar a la infinita
serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
madeja que en lo eterno se devana,
di otra causa, otro efecto y otra cuita?'

En la hora de angustia y de luz vaga,
en su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?


domingo, 29 de noviembre de 2015

domingo, 22 de noviembre de 2015

Empedrado Granadino en Cartuja


Antiguo empedrado en Cartuja. Motivos ganaderos y cinegéticos. (Fotos hechas con el móvil), la recomendación es que vayáis para verlos en persona.


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Cumbres Borrascosas

''Hay más cosas en el cielo y la tierra, Horacio, que las que sospecha tu filosofía." 

Hamlet - W.Shakespeare

Y en esto se resume nuestra tarea, rebuscar entre el cielo y la tierra, contar esas cosas que no sospechamos.


Cortijada cerca de Monachil



Olivo de las Ánimas




Pinos del Valle. Granada



El Golem III



Cuando el barrio judío despertó por la mañana se encontró con la noticia: tres de los más respetados y sabios miembros de la comunidad habían desaparecido. Cuando los encontraron por la tarde el horror se extendió por toda Granada: Cábala negra, brujería, los antiguos espíritus del Mauror se habían vuelto a despertar...Todo eso se podía oír por la Alcaicería y las callejuelas de la ciudad. Los tres ancianos habían sido hallados en una de las cuevas de la colina que hace tiempo se creían selladas; estaban de pie, como inmóviles, con los ojos abiertos y con pulso: estatuas con pulso. Esa noche nadie durmió en toda la ciudad; en la judería...en la judería todos callaban, todos sabían, al menos en parte, que el Nombre de Dios andaba cerca, que alguien había osado convocar la magia más poderosa de todas, la de la vida. Se podía oler en el aire la indecisión, ningún judío en muchas generaciones había convivido con el Golem, pero en todos los corazones latía la tensión de saber que algo estaba sucediendo, un gigantesco ''algo'' desconocido y tan antiguo como la creación. Esa noche se hizo el amor en muchas casas, en todas fue un acto vació y monótono: la vida del Autómata empezaba ya a devorar sentidos y lógicas.

Saúl estaba enterado, había pasado la noche en la casa de su prometida y había oído de la boca de los padres de ella todo lo que se contaba en la ciudad. De hecho tan solo necesitaba una confirmación a su inefable miedo, necesitaba poner imagen a este, aunque fuera en forma de cuchicheos y murmullos caóticos. Se fue a la cama temprano, había un amigo suyo, alguien que conocía muy bien las cuevas, lo que esconden y lo que escupen a la noche cuando la oscuridad de sus huecos se condensa lo suficiente como para crear sombras con la voluntad necesaria para querer salir y probar el frío empedrado de las calles granadinas...Mañana iría a hablar con el.

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Sigrid Rødli illustration for Gustav Meyrink's The Golem (1914).



domingo, 8 de noviembre de 2015

El Golem II


Decíamos sobre el Golem que llegó oculto en un libro: apenas unas cuantas páginas y un puñado de palabras en árabe y en hebreo. Le acompañaba un pequeña bolsa llena de arena de Israel. A media noche ya se había consumado la creación, tan solo un ser más sobre el planeta, uno de los tantos miles que nacerían esa noche, solo que el Autómata no nació, el Autómata fue creado por hombres, por verbos e ideas. La cueva del Mauror fue su útero y unos viejos magos sus padres. Su llanto, el de los miles de corazones en Granada que aquella noche, sin saberlo, olvidaron antiguos amigos, nuevos amores y eternas esperanzas: para la creación del Golem infinitos futuros y posibilidades fueron sacrificados y ya nunca podrían llegar ser; el Autómata salió de la cueva para perderse por las calles de la judería...

Lejos de allí, pero en ese mismo instante, otro libro: un batiburrillo de sonidos, risas y el crepitar de una lumbre. Saúl había reunido a sus amigos en un monte cercano a Granada donde hoy día encontramos la abadía del Sacromonte, les contaba historias y fantasías, una escena igual se estaría repitiendo en tantas otras ciudades. Pero las historias de Saúl no eran disipadas por el aire, sus fantasías se pegaban al tejido de la realidad. Saúl creaba, las historias de aquel joven nacían al mundo para habitarlo y llenarlo de nuevas posibilidades.


Era noche cerrada y solo iluminaban la luna y las antorchas de los soldados que hacían guardia en la alcazaba a lo lejos, sus amigos se habían ido pero Saúl pensaba en lo que había sentido hace apenas unas horas. Lo mejor seria ir a investigar a la judería.


Fotografía: Mazmorras en el Carmen de los Catalanes, donde la leyenda sitúa el nacimiento del Golem.


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martes, 3 de noviembre de 2015

Las Agujas de Dílar II

El Cromlech de Dílar II

Allá por el 1851 un pequeño pueblo de nuestra tierra vivió unos días de auténtico pavor. Hace tiempo os hablábamos sobre la excepcionalidad histórica y arqueológica del cromlech que hubo en Dílar, puesto que es algo totalmente inusual en estas tierras. Desconcierta saber que su existencia fue sorprendentemente efímera, ya que se destruyó al poco de su hallazgo y su recuerdo prácticamente se ha perdido: quién pregunta o busca más información se acaba topando con una cortina de silencio.

Como decíamos, este cromlech era en realidad un conjunto de tres círculos de piedras megalíticos, si acaso parecidos a Stonehenge excepto por sus menores dimensiones y por custodiar las almas de guerreros antiguos, bajo el túmulo que delimitaban sus menhires. Hoy, algunos arqueólogos lo conocen sin darle excesiva importancia: unos vestigios más destruidos por el tiempo, cuyo dólmen más importante han reconstruido parcialmente en el Parque de las Ciencias de Granada. Allí podéis visitar esta copia, en la que por supuesto no queda rastro alguno del terror que aquellos túmulos encantados inspiraron a toda la gente que los vieron con sus propios ojos.

En aquellos años de pobreza del s.XIX un cazador empeñado en sacar a su presa de una madriguera sintió como el suelo se hundía bajo sus pies. Cayó en una cámara subterránea largo tiempo olvidada, que protegía los huesos de antiguos caudillos que rápidamente apartó sin cuidado, pues el cazador sólo se fijó en los restos de oro y bronce, cuya extraña decoración atrajo su mirada. Y cautivó su alma.

Su avaricia no pasó desapercibida. Como en todos los pueblos, la noticia corrió como la pólvora: los más jóvenes del país se dirigieron hacia la lúgubre explanada de los Toriles, antesala de la sobrecogedora Boca del Río Dílar, que se encuentra protegida por dos imponentes moles afiladas que la siguen flanqueando. Iban a por riquezas, cavando de día y atreviéndose a dormir allí de noche. Pero lo que allí hallaron no era lo que buscaban.

Lo único que sabemos es que, a los pocos días, las ruinas fueron destruidas y las rocas arrancadas del suelo y dispersadas, como queriendo borrar su existencia. Lo que sucedió allí, si es que alguien lo sigue recordando, debe sobrevivir en la memoria de los más mayores del lugar: de aquellos pocos a los que sus padres se atrevieron a contárselo, movidos por el temor y la desesperación de ver desaparecer a sus hijos. Los que presenciaron aquellos días, vieron con sus ojos y sintieron en su corazón lo que le sucedió a aquellos que cavaron cegados por la codicia en un lugar silenciosamente protegido.

Sólo nos queda el relato de un erudito, don Manuel de Góngora y Martínez, que en 1868 nos legó testimonio de que "el monumento en cuestion era un dólmen complicado de nueve metros de largo... Sobre él se elevó un montículo de tierra, cuyo diámetro mide veinte y tres metros, y le limitaron con círculo de piedras clavadas en el suelo que, por punto general tienen ochenta centímetros de longitud...". Se hallaron otros dos túmulos con cromlech, de más de 15 y 18 metros de diámetro, y que llegaron a tener más de tres metros de alto.

Aunque don Manuel no fue testigo ocular de aquello, supo que las gentes de allí creían en cosas inverosímiles. Decía textualmente: "...me refiero á los monumentos formados de grandes piedras sin labrar, atribuidas por el vulgo á los gigantes ó á los encantadores, por los eruditos a los celtas,..."

Su amigo, el artista Martín Rico, dejó un testimonio mucho más inquietante en su cuadro, que a continuación reproducimos. En él se ven los Alayos entre nieblas, evocando las brumas del pasado; los tres círculos de las agujas de Dílar -así las llamaron los lugareños-, que medían en torno a un metro de alto, y dominando la escena desde la esquina superior de la pintura, el Veleta imperante.

 Los tres misteriosos Cromlech de Dílar (pintura de Martín Rico)
  
Hay una vieja leyenda irlandesa, relatada en un cuento del argentino Enrique Anderson Imbert, La Peste, que podría ilustrarnos sobre el horror vivido aquellos días en que unos espíritus en letargo fueron despertados para abandonar sus hogares bajo tierra y recordarles a los vivos que seguían existiendo. Robarles sus tesoros era arrebatarles la vida, y la defenderían como sólo ellos saben hacer: helando los corazones, erizando los cabellos, enloqueciendo las mentes.

"El primer signo de que las hadas de Irlanda estaban debilitándose enfermándose, muriéndose, lo notaron los hombres de Sligo. En una localidad llamada Rosses hay un montón de piedras: un pastor que durmió allí despertó loco. A los pocos días lo mismo ocurrió a otro. Y después a otro. Ya no hubo dudas: lo que pasaba era que las hadas robaban las almas a los dormidos dejándoles solamente sus ensueños. Cuando despertaban, los empobrecidos pastores no podían pensar ni hablar sino con los pocos ensueños que les quedaban en la cabeza..."

Por unos días las hadas de aquella historia no fueron de Irlanda sino de Granada, y los hombres de Sligo, de Dílar. Los pobres ingenuos que intentaron apropiarse de los tesoros de antiguos guerreros encantados acabaron vagando, errantes y perdidos, por los Alayos de Dílar bajo la sombra del Trevenque y la mirada del Veleta.

La Boca del Río Dílar, paso natural a los Alayos, entre el Faufín y Los Picachos.


lunes, 2 de noviembre de 2015

El Día de las Ánimas

La Víspera de las Ánimas traía consigo un sinfín de luceros nocturnos que paseaban bajo la luz de la luna tomando caprichosas formas. Al despuntar el Día de los Santos, aquellas motas brillantes se relajaban en las sombras que iba dejando el sol de la mañana. Una noche más, vagaban por caminos y bosques, visitando ruinas abandonadas y lugares sagrados.

Dicen que éstas luces tenían nombres, y que abandonaban el mundo de los vivos cuando caía el atardecer del Día de los Difuntos. No volvían solas. En sus brazos portaban nuevas estrellas, que elevaban consigo a lo más alto del cielo para añadirlas al collar de perlas brillantes que cada noche domina el firmamento. 

"Porque los hombres fueron engendrados con esta ley, y deben cuidar de este globo que ves en el centro de este templo y se llama la Tierra, y se les dio el alma sacada de aquellos fuegos eternos que llamamos constelaciones y estrellas, que en forma de globos redondos, animados por mentes divinas, recorren con admirable celeridad sus órbitas circulares..." (Cicerón - El Sueño de Escipión, en su De Repubica VI,15)

Pintura del granadino Luis Ricardo Falero, Estrellas Gemelas (París, 1881). - Metropolitan Museum NY.

Pescar en el cielo

''Después de admirar el paisaje, cuando el sol hacía imposible nuestra permanencia en aquel lugar, nos disponíamos a descender; observamos, con gran sorpresa, que en una de las torres de la Alhambra dos o tres muchachos agitaban largas cañas, como si quisieran pescar en el aire, [...]

¿Qué mejor pasatiempo que el de cazarlas por medio de anzuelos encebados con apetitosas carnadas?
¡Pescar en el cielo! He aquí el grato y productivo deporte inventado por los habitantes de la Alhambra.''

Ésto lo escribía Washington Irving en su cuento El Palacio de la Alhambra, una tarde de 1829 en la que el paso del día a la noche confundía los ojos de un romántico en un lugar mágico, poblado por seres encantados.

Que sepamos, ningún artista de su época - y ni anterior ni posterior-, ningún escritor, pintor, poeta, fotógrafo o ilustrador, nos ha dejado un testimonio similar de esta imagen tan poética. El genio de la Alhambra es caprichoso en días como éste.



La historia real es la de unos pescadores de golondrinas que, con cebo de mosca, esperaban pacientemente en las adarves almenados de la Alhambra.

Fragmento completo de la versión original:

Before concluding these remarks, I must mention one of the amusements of the place which has particularly struck me. I had repeatedly observed a long lean fellow perched on the top of one of the towers, manoeuvring two or three fishing-rods, as though he were angling for the stars. I was for some time perplexed by the evolutions of this aerial fisherman, and my perplexity increased on observing others employed in like manner on different parts of the battlements and bastions; it was not until I consulted Mateo Ximenes, that I solved the mystery.

It seems that the pure and airy situation of this fortress has rendered it, like the castle of Macbeth, a prolific breeding-place for swallows and martlets, who sport about its towers in myriads, with the holiday glee of urchins just let loose from school. To entrap these birds in their giddy circlings, with hooks baited with flies, is one of the favorite amusements of the ragged “sons of the Alhambra,” who, with the good-for-nothing ingenuity of arrant idlers, have thus invented the art of angling in the sky.

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El Golem I

EL GOLEM I

Ahora en serio: el Golem. El golem es la muerte de Dios. Y eso no importa, también es la muerte de la muerte; es la muerte de Prometeo: el dios humano; el fin del azar y el fin del azar es el final del amor: no hay nada más aleatorio que la gota de semen que cae; el golem es el fin del infinito. Es el ser más terrible que haya existido nunca, y por suerte, las veces que lo ha hecho ha sido vencido, ¿como un ser tan poderoso ha podido ser derrotado?

Y en Granada...

En Granada y en otras ciudades mágicas, donde el teatro de la vida se interpreta mejor: tiene mejores actores, mejor escenario y los sentimientos mueven más átomos y células que en otros sitios. Allí, aquí en esta ciudad, en las callejuelas y adarves de su judería hubo una noche el la que el Autómata caminó entre nosotros. El poder de la letra y la hibris de aquellos humanos que conocen lo que no debe de ser conocido lo convocó de entre los anhelos del hombre: ¡Quien lo diría! Son tantas las pesadillas y los terrores que mueren al alba, tantas las miserias que el tiempo apacigua...Y tuvo que ser un anhelo el que estuvo a punto de acabar con la vida.

Llegó desde oriente, oculto en un libro, como lo hacen los auténticos demonios, un libro que fue guardado durante mucho tiempo en las mazmorras que hoy día podemos ver en lo alto de la colina del Mauror...

El Golem

''Y finalmente el Golem fue vencido, la chispa vital que refulgía en sus ojos tallados en la dura piedra desapareció y por toda la judería granadina se escucharon los nombres malditos de todos aquellos que algún día habían intentado convocar al Golem sin lograrlo...

-Joven Saúl, ahora la estatua quedará bajo tu custodia, dijo el extranjero que le había ayudado a vencer al autómata.

-Yo condeno a ese trozo de piedra a dar la vida que un día creyó poder arrogarse en contra de las leyes de Dios, contestó.''



Las fotos son de las fuentes que hay en el convento de San Francisco, actual Parador Nacional.

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viernes, 23 de octubre de 2015

Plátano de sombra come-señales en Orce y Granada

Feraz tierra que hace a los árboles feroces que diría el poeta -el poeta mediocre-. O benditos seres que nos avisan en contra de las indicaciones: para tu caminar viajero y reposa bajo mi sombra. Pero también hay quien cuenta que se perdió en un bosque y regreso mudo del horror y envejecido muchos años. Hay árboles guerreros, que con la ventaja de vivir mucho más que los humanos son capaces de gestos de una rebeldía silenciosa y arrolladora, aliada del tiempo: no más señales, quizás así aprendan los humanos a vivir formando bosques de hombres y mujeres y no ciudades. Y las señales se conviertan todas en hitos frondosos como los robles, y aquellos arboles que iniciaran la rebelión algún día serán los monumentos del futuro...

 (Imagen de Camino al Paraíso)

En Granada tenemos a otro de estos rebeldes en el Paseo de los Tristes:

lunes, 19 de octubre de 2015

Una sañosa porfía

Escudo en una casa del Realejo

Una sañosa porfía. Juan de la Encina:

''Una sañosa porfía
sin ventura va pujando
Ya nunca tuve alegría
ya mi mal se va ordenando.

Ya fortuna disponía
quitar mi próspero mando
Qu'el bravo León d'España
mal me viene amenazando

Su espantosa artillería
Los adarves derribando
mis villas y mis castillos
mis ciudades va ganando...''

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domingo, 11 de octubre de 2015

Hisn Mawrur

A la sombra de un esbelto ciprés se encuentra la torre del Carmen del Maurón, camuflada entre el laberinto de tejados que coronan las Torres Bermejas. A veces, sin pretenderlo, los hombres vuelven a reconstruir en lugares olvidados la imagen perdida de otros tiempos que se resisten a desaparecer.

Muchos lo han considerado como un mirador privilegiado desde el que observar la ciudad que se extiende a sus pies, como el pintor Enrique Villar Yebra; pues esta modesta atalaya domina todo su panorama sin que, a la vez, pueda ser vista con facilidad. Otros, sin embargo, en épocas anteriores prefirieron dirigir su mirada desde aquel mismo lugar hacia el lado opuesto: allí dónde están las tres imponentes cimas blancas que protegen la ciudad a la que dan vida con sus nieves perennes...  

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viernes, 9 de octubre de 2015

La Torre del Nigromante III

¿Habéis reparado alguna vez en los capiteles negros expuestos en el Museo de la Alhambra? Oscuros como el azabache, atravesados por frágiles trazas verdosas como esmeraldas; allí permanecen desde hace unos años, impasibles ante las riadas de turistas. Su historia es prácticamente desconocida. Según los académicos, son unas piezas excepcionales: sólo se conocen cuatro capiteles de su tipo en todo Al-Andalus. Uno procede de Otura, y los otros dos fueron encontrados en el Harem de Muhammad V, en la Alhambra.

Sabemos que Muhammad V levantó su palacio -el Patio de los Leones- a mediados del siglo XIV, y quiso incorporar en él unas piezas singulares. Las más famosas son los doce leones de mármol blanco, procedentes según algunos del palacio de Ibn Nagrela, visir judío de los primeros reyes granadinos. Luego, en su harén, Mohamed situó unos misteriosos capiteles de mármol negro o serpentina, reutilizados de una construcción almohade anterior y largo tiempo desconocidos hasta su hallazgo arqueológico.

Los cristianos, cuando adecuaron las Torres Bermejas a su artillería, debieron sumar a los preciados legajos de la Madraza el siguiente documento, que encontrarían excavando sus cimientos y que aquí traducimos:

"...la tierra tembló, y tras unos golpes sordos surgió un gran destello [... ¡Dios] se apiade del soberbio alfaquí [ilegible], en cuya torre veíamos extrañas luces noche tras noche! ...  ceniza y escombros, nadie... olor hediondo. A la mañana, por orden del Emir, buscaron supervivientes..., asomaban algunas cabezas de los hermosos leones de mármol blanco que Ibn Nagrela..., pero sus esbeltas columnas se habían tornado negras y frías como una noche sin luna. Señalándolas, un anciano que había realizado el Hajj acalló al inquieto gentío. Recordó que su color se parecía a la Piedra del Profeta, pero dijo que aquellas estaban malditas: si la Kabba había absorbido los pecados de los hijos de Adán para bien, esos capiteles parecían haber absorbido las tinieblas de aquello que el imprudente invocaba... escaleras al abismo... abandonadas y condenadas en un monte inerte... "

El paso del tiempo hizo que los nazaríes olvidaran las leyendas ziríes. Por fin un emir se decidió a remover las ruinas de la oscura colina del Mauror, en busca de tesoros mágicos para que formaran parte del magnífico palacio que estaba levantando en su monte gemelo: la Alhambra. 

Sobre qué se estremeció en las entrañas del mítico Hizn Mawror, intentaremos dar luz en los próximos días...

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Más sobre la investigación arqueológica de los capiteles negros.


Piedras que lloran sangre

Las Torres Bermejas. Piedras que lloran sangre.

Granada (Rafael Alberti):
 
"¡Qué lejos por mares, campos y montañas!
Ya otros soles miran mi cabeza cana.
Nunca fui a Granada.
Mi cabeza cana, los años perdidos.
Quiero hallar los viejos, borrados caminos.

Nunca vi Granada.

Dadle un ramo verde de luz a mi mano.
Una rienda corta y galope largo.
Nunca entré en Granada.

¿Qué gente enemiga puebla sus adarves?

¿Quién los claros ecos libres de sus aires?
Nunca fui a Granada.

¿Quién hoy sus jardines aprisiona y pone
cadenas al habla de sus surtidores?
Nunca vi Granada.

Venid los que nunca fuisteis a Granada.

Hay sangre caída, sangre que me llama.
Nunca entré en Granada.

Hay sangre caída del mejor hermano.
Sangre por los mirtos y aguas de los patios.

Nunca fui a Granada.

Del mejor amigo, por los arrayanes.
Sangre por el Darro, por el Genil sangre.
Nunca vi Granada.

Si altas son las torres, el valor es alto.
Venid por montañas, por mares y campos.

Entraré en Granada."



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Los Habsburgo y Granada

El casco de Felipe I el Hermoso, conservado en la Armería Real de Madrid, está coronado por la que era ya considerada en su tiempo como la más preciosa joya del reino: Granada.

Su carga simbólica se hace más fuerte aún cuando nos damos cuenta que la granada era el emblema de los Habsburgo: con ella se retrataba su padre, Maximiliano I. Su hijo el emperador Carlos V sabrá reforzar esta "casualidad" tan especial que unía a su dinastía con nuestra ciudad.




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Brujas yendo al Sabbath (Falero)

Brujas yendo al Sabbath (Luis Ricardo Falero - 1878) Pintor granadino.


Guarnición tosca de este escollo duro
troncos robustos son, a cuya greña
menos luz debe, menos aire puro
la caverna profunda, que a la peña;
caliginoso lecho, el seno obscuro
ser de la negra noche nos lo enseña
infame turba de nocturnas aves,
gimiendo tristes y volando graves.


Polifemo. Luis de Góngora. (1561-1627)

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Mansiones abandonadas de Granada

Cuando se ve un nido se piensa en un pájaro, cuando es la luz encendida de un piso se cree que hay alguien viviendo allí. Cuando se ven estas moradas lo normal es pensar en cuentos, en cuentos de fantasmas...

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El Basilisco

''Si está vivo quien te vio,
toda tu historia es mentira,
pues si no murió, te ignora,

y si murió no lo afirma
.''

Quevedo.

¿Que tienen en común un despoblado y un basilisco?

Foto: Despoblado de Tablate.



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Relieve de Quéntar

Dicen que los cuentos, sobre todo los que hablan de los misterios mas terribles, de seres desconocidos, de amores imposibles y de los motivos mas insólitos, son en verdad la herramienta con que la magia de los humanos limpia el mundo de tales hechos antinaturales, encerrándolos en los libros y retirando de nuestro mundo realidades que nuestra cultura no esta dispuesta o no puede asimilar. Hace mucho tiempo que se selló, quizás en las praderas de Etiopía o en las selvas de Zaire lo que podía y no podía llegar a ser en el mundo, lo que seria realidad y lo que seria cuento. Este grabado perdido en las montañas cercanas a Quentar nos indica que falta un cuento por escribirse aun el mundo.


Virgen de los Agricultores de Quéntar

Hay un cortijo cerca de Quéntar conocido como Cortijo Prado Montero. Justo al lado del mismo hay un pequeño nacimiento de agua, abundante vegetación, albercas y una pequeña cruz, allí se indica que el lugar pertenece a la Virgen de los Agricultores, la cual bendice desde ese humilde enclave todo el valle que se abre a sus pies. Pero como si de un cuento de Machen o de W.H. Hodgson se tratase puede adivinarse en este paraje que su actual moradora no es sino la última de otros muchos seres que en algún pasado remoto debieron habitar el lugar, esto es algo común en estas tierras me diréis, y así es, pero en pocos sitios, en pocos parajes es tan evidente esto: que las fuerzas de la naturaleza alguna vez se congregaron bajo los sauces, que las ninfas y los faunos jugaron con el agua del arroyo, que los manes descansaron a la sombra de los cipreses y sobre todo, y esto es lo mas oscuro y terrible para nuestro pensamiento, que estas divinidades y los cultos asociados a ellas, no huyeron tan pronto como la fe en ellos desapareció, sino que por razones que nos son desconocidas, en este lugar más que en otros, han sido capaces estos seres de hacerse presentes hasta fechas muy recientes: numerosas son las historias de extrañas visiones asociadas a este lugar, extrañas desapariciones y dantescos sonidos escuchados en mitad de la noche. Dicen en el lugar que no siempre los ruegos por la fertilidad de la tierra exigían inocentes oraciones y piadosos ruegos, hubo tiempos en los que la tierra, no despojada aún de su fuerza primigenia, nos exigía algo más a cambio de sus riquezas...



Sexualidad y Alhambra

Toda Granada es una ciudad que tras una apariencia de colorido y festividad exuberante oculta historias terribles que inquietan aún mas en contraste con la sensaciones agradables que nos llegan a nuestros sentidos: es un claroscuro urbano que lleva la tensión entre los opuestos a limites insospechados, igual se puede decir de la Alhambra. Entre esos dos mundos hay otro mas cerrado y hermético aun, y es que la ciudad tiene sexo y sexualidad, la única manera en que se puede unir los opuestos y hacer emerger significados coherentes; sus piedras, tocadas por el más extravagante de los sortilegios son capaces de gozar y reproducirse, disfrutan, según dicen, del roce de las manos de los extraños. Escondido entre los arboles del Bosque de la Alhambra creemos haber descubierto una extraña moldura decorativa que demuestra que estas historias tienen un poso de verdad. El clítoris de la Alhambra:


Banco anónimo

Hay bancos que parece que nunca están vacíos, que están hechos para que alguien que no vemos se siente a observarnos.


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El Caballero Sin Cabeza Granadino II

No me cosmucho convencerla para que saltara, y a los pocos segundos estábamos deambulando por los jardines del convento de San Francisco, por primera vez en toda la noche podía ver que mi compañera estaba realmente sorprendida y se empezaba a dar cuenta de lo excepcional y arriesgado de nuestra situación. Esto me animaba aun más, y pese a que sabia perfectamente que no debíamos estar allí y que probablemente tendríamos problemas si nos encontraban, decidí que la mejor idea era ir al Generalife.

Tras deambular por los Jardines Nuevos y estando yo cada vez más nervioso dimos la vuelta hacia la zona de la Medina, esta parte me era totalmente desconocida puesto que no la había visitado nunca que había ido a la Alhambra, tras un rato haciendo el ganso por las ruinas de las casas llegamos a la Puerta de los Siete Suelos y subimos a la torre, las vistas eran geniales pese a ser de noche, y una bruma típica del otoño le daba a la situación un aire aun más fantástico. Aquello era realmente divertido, pero los ladridos de unos perros que había escuchado hacia poco me hacían sentir un tanto inquieto, mi amiga en cambio no parecía estarlo, y se mostraba ahora más osada que yo. Entonces los ladridos se volvieron a escuchar, esta vez más cerca, asustados bajamos de la torre para escondernos entre las casas de la medina, que a su vez estaba varios metros más abajo del camino de cipreses que la atraviesa en dirección al Generalife. Se había levantado bastante viento y de repente lo que era una situación guiada por la adrenalina, lo era ahora por el miedo, había algo en el ambiente que se agitaba, sin saber muy bien cual era el origen de esta súbita aprensión nos escondimos detrás de un muro de alguna casa...justamente encima había algo moviéndose, no eran pasos humanos con total seguridad. 

Yo estaba mirando a mi amiga cuando giré la cabeza y miré al frente: a la Puerta de los Siete Siglos. Hace poco había estado leyendo los Cuentos de la Alhambra y como una sacudida la historia del Velludo, el jinete sin cabeza, se me vino a la cabeza, hacía mucho viento, se escuchaban los ladridos y aún sentíamos el movimiento de ese algo encima nuestra. Como se suele decir en estos casos los segundos que pasaron se hicieron una eternidad, esperamos sin saber que hacer hasta que el viento dejo de soplar con tanta fuerza, como indicándonos que el peligro había pasado, los ladridos no se escuchaban y la crispación en el ambiente se diluía. Todo lo rápido y sigilosos que pudimos nos dirigimos hacia el parador y saltamos el muro. El corazón me latía con fuerza mientras bajábamos a la ciudad...

''Todo el mundo en Granada ha oído hablar de El Velludo...''

Yo aparte de haber oído hablar de él, lo había sentido.

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Foto: Convento de San Francisco, el muro de la derecha era sobre el que se apilaban los sacos de cemento. http://www.alhambra-patronato.es/ria/handle/10514/7528

El Caballero Sin Cabeza Granadino I

''...De pronto se paró Mateo delante de un grupo de higueras y granados, al pie de un enorme torreón ruinoso llamado La Torre de los Siete Siglos (Suelos), y, señalándome una bóveda subterránea debajo de los cimientos de la torre, me dijo que allí se ocultaba un monstruoso vestigio o fantasma que, según se decía, habitaba en aquella torre desde el tiempo de los moros, y que guardaba los tesoros de cierto monarca musulmán. Añadiome también que algunas veces salía a medianoche y recorría las alamedas de la Alhambra y las calles de Granada bajo la forma de un caballo descabezado perseguido por seis perros que lanzaban terribles ladridos y aullidos espantosos.

-¿Se lo ha encontrado usted alguna vez en sus excursiones? -le pregunté.

Todo el mundo en Granada ha oído hablar de El Velludo, se dice que es el alma en pena de un cruel rey moro que mató a sus seis hijos...''

Cuentos de la Alhambra / Washington Irving. ''Un paseo por las colinas''.


Con la intención de sorprender a una chica le había propuesto el ir a la Alhambra bajo la excusa de que me sabia yo ciertos lugares por donde poderse colar al monumento, lugares que solo los más avezados granadinos sabían. Por supuesto era mentira, pero allí estaba, subiendo con ella por la cuesta de la Alhambra mientras mi cabeza pensaba mil excusas. No hicieron falta, mientras paseábamos por la oscuridad del recinto abierto al público una especie de milagro vino a socorrerme, había por entonces unos trabajos en el Parador de San Francisco, y los muros que separaban el espacio público del destinado a la visita estaban en obras, con la fortuna de que varios sacos de cemento se apilaban en un muro haciendo de improvisada escalera que permitía pasar al otro lado, de no haber estado allí esos sacos hubiera sido imposible el sortear la altura del muro, y allí se habría acabado la aventura. En ese momento, viendome favorecido por el espíritu de la Alhambra adopté una actitud más osada, mire a los sacos como si hubieran estado allí desde que algún príncipe moro los dejara al finalizar las obras en su palacio, y salte al otro animando a la chica a que me acompañara...

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(Sleepy Hollow, el jinete sin cabeza o decapitado adaptado por Tim Burton al cine, fue inventado por Washington Irving y probablemente basado en las leyendas que conoció durante su paso por Granada, tal y como dejó plasmado en sus Cuentos de la Alhambra)

Huertas del Generalife

Todas las historias que nos contaban nuestros abuelos y padres, las anécdotas de nuestras madres, nuestras propios recuerdos que el tiempo vuelve legendarios... Nunca podrá la historia dar cuenta de ellos, ni ningún discurso hacerlos totalmente inteligibles. Que sigan siendo cuentos, que su formato sea siempre libre, sin notas ni cifras, que puedan ser contados en cualquier momento... ¡Cuentos raros!

''Aquella mañana paseaba por las Huertas del Generalife: rodeado de higueras, de preciosas vistas, de tierra labrada y del sonido de los pájaros. Entonces vi aquel ser que también contaba historias, historias extrañas, historias que al contrario que las de vuestros padres y madres, nunca deberian ser contadas, y sin embargo...''

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Foto de la Alhambra desde las Huertas del Generalife.


El Día de San Juan en la Granada nazarí

"La mañana de San Juan / al tiempo que alboreaba, / gran fiesta hacen los moros / por la Vega de Granada.

Revolviendo sus caballos / y jugando de las lanzas, / ricos pendones en ellas / broslados por sus amadas, / ricas marlotas vestidas / tejidas de oro y grana.

El moro que amores tiene / señales de ello mostraba, / y el que no tenía amores / allí no escaramuzaba. / Las damas moras los miran

de las torres del Alhambra, / también se los mira el rey / de dentro de la Alcazaba."


Así recuerda el romance de La Pérdida de Antequera, del siglo XIV, la celebración del día de San Juan por los habitantes de la Granada nazarí. Parte de los ricos y excepcionales frescos nazaríes de la Sala de los Reyes de la Alhambra podrían ilustrar esta escena, junto a los más desconocidos de la Casa del Partal. Ambos, también, de aquel siglo XIV. Sobre el gigante dorado representado en una de sus escenas hablaremos adelante.

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Imágenes: Palacio del Partal (cabalgata) y Sala de los Reyes de la Alhambra.