lunes, 2 de noviembre de 2015

El Día de las Ánimas

La Víspera de las Ánimas traía consigo un sinfín de luceros nocturnos que paseaban bajo la luz de la luna tomando caprichosas formas. Al despuntar el Día de los Santos, aquellas motas brillantes se relajaban en las sombras que iba dejando el sol de la mañana. Una noche más, vagaban por caminos y bosques, visitando ruinas abandonadas y lugares sagrados.

Dicen que éstas luces tenían nombres, y que abandonaban el mundo de los vivos cuando caía el atardecer del Día de los Difuntos. No volvían solas. En sus brazos portaban nuevas estrellas, que elevaban consigo a lo más alto del cielo para añadirlas al collar de perlas brillantes que cada noche domina el firmamento. 

"Porque los hombres fueron engendrados con esta ley, y deben cuidar de este globo que ves en el centro de este templo y se llama la Tierra, y se les dio el alma sacada de aquellos fuegos eternos que llamamos constelaciones y estrellas, que en forma de globos redondos, animados por mentes divinas, recorren con admirable celeridad sus órbitas circulares..." (Cicerón - El Sueño de Escipión, en su De Repubica VI,15)

Pintura del granadino Luis Ricardo Falero, Estrellas Gemelas (París, 1881). - Metropolitan Museum NY.

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