lunes, 24 de abril de 2017

El Mesón

La birlesca del Gallo tenía su ermita en el mesón de Gelves, en la Acera de los Valientes, amparo de jaques y gerifaltes que se acogían a ella como a sagrado. El morapio –y mucho se cuidaban de no bautizarlo para según quién– se lo servía la Constanza, tusona de algunos vellones el tropezón, bachillera en lo suyo, que había sido marca de un pobre desgraciado al que habían dado las postrer ansias y tenía que ganarse la vida. Andaba la cosa entre letanías y blasfemias dándole a la descuadernada, bajo la mirada del Gallo, que no le gusta alijar la nao. Se atusó el mostacho, muy hidalgo, pensativo, con la mano cerca del respeto,  desenvainada junto a la gamba, que más vale un por si acaso que un válgame Dios. Entró un pisaverde, con mucho vuelo de capa y herrería y voto a tal y cual, por vida de, preguntando por el Gallo que a esas alturas miraba al galán con el baldeo en gavia, presto a meter mano a la blanca en cuanto se terciara. Un mocito en busca de venganza por haberle trinchado las asaduras a algún pariente. Se encogió de hombros el Gallo. Levantóse de la silla y se persignó, saliendo sin darle la espalda al bonito. Cosas del oficio. Lástima que ese lance no lo cobrara.


Tiempo abandonado

Es posible abandonar el tiempo: esto no significar morir, igual que un espacio se abandona es posible marcharse del tiempo, dejarlo lánguidamente estar sin habitarlo, sin pensarlo, estancado en un presente infinito.

De todas formas es muy difícil que esto ocurra. Olvidar es imposible. El olvido no tiene tiempo, no ocurre, es posible sin embargo abandonar, dejar sin estar. Y en el tiempo abandonado también hay ruinas, y grietas, peligrosas grietas. Hay una serie de pensamientos que pueden intuir estas ruinas, divisar las grietas de tiempos abandonados y hacer conjeturas, a estos pensamientos les encanta el silencio, la oscuridad y el moho que aparece en los lugares sin transito. 

Es importante que nunca estos pensamientos entiendan que pueden convertir las ruinas del tiempo abandonado en metáforas sobre la inmortalidad, en ucronías donde el tiempo abandonado se convierte en tiempo alternativo.

En Granada un sabio mago comprendió que los tiempos abandonados eran peligrosos, que los pensamientos humanos convertirían en metáforas demoníacas las ruinas que solo eran capaces de divisar sin entenderlas. Con su poderosa magia el brujo creo un relato mítico que serviría para atraer hacia una ficción eterna a todos los pensamientos humanos capaces de asomarse por las grietas del tiempo en ruinas. La canción del mago por desgracia afectó a la realidad, y a día de hoy se puede ver como en la ciudad el tiempo alterado da lugar a infinitas paradojas cada vez mas agresivas.

Hay quien dice que es cuestión de tiempo que el poderoso hechizo haga que la realidad abandone finalmente la ciudad.