domingo, 12 de marzo de 2017

La Casa de los Mascarones

Las cabezas monstruosas que colgaban de la fachada debían servir de aviso para todo aquel que se aproximara: eran los guardianes de un paraíso cerrado para muchos; de un jardín abierto a pocos. 
Titanes que sujetan la bóveda celeste sobre sus hombros. El sueño de un místico que quiso vivir en el Edén del Profeta cuando ya se había apagado el canto del último almuédano de Granada y discutir sobre Teología y Filosofía como un Epicuro sin las rigideces que imponen la negra sotana que viste. Quiso transcribir en la piedra los versos que escribió sobre los amores de Adonis y Venus.





No hay comentarios:

Publicar un comentario